sábado, 10 de agosto de 2013

Un sueño con nombre de mujer

París a finales del verano



La felicidad llega el día menos pensado. Se encapricha con uno. 

Me he despertado de un sueño para entrar en otro sueño. Es de mañana y al voltear a mirar a mi lado duerme un sueño. Un sueño con nombre de mujer, con cuerpo de diosa, que hace que la felicidad se deslice por mi piel.

La oigo respirar tranquila y su belleza me cubre; me envuelve. Somos uno en el otro. Es agosto y el universo sueña con nosotros. La miro en silencio. La adoro. Siento aún como mis manos anoche descubrían su piel. Cada uno de sus besos los recuerdo.

Me fascina su manera de ser sin límites, sin condiciones. Aquí y ahora. Sin promesas. Ella me habla en silencio. No necesita sino mirarme para decirme todo.

Anoche he sido feliz. Una vez más.

Sé que este sueño tan real que está a mi lado me ha devuelto los sueños, la poesía y la felicidad.

La miro y sé que es  maravillosa. Pero también sé que la felicidad como los sueños un día se va.

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