Hay
días
donde
no nos afana el amor,
sino
la dicha del instante,
ellas, el baile y el verano,
ellas, el baile y el verano,
vivir
la eterna juventud.
Hay
otros días
en
que llueven besos,
suspiros
y palabras amorosas
donde
temblando de esperanza
intuimos
que el amor
puede
ser nuestro.
Pero
hay un día
en
que una mujer nos mira
desde
el otro lado de sus sueños
con
unos ojazos maravillados,
nos espanta la tristeza
con
una caricia
y
al sentir el amor
revolotear en nuestros cuerpos
intuimos
que esa dicha
que nos invade
puede
ser para siempre.