A ese amor que me quiere como soy
Nadie
como ella
para
en esa hora cuando ya todo
me
parece que es tristeza
devolverme
a la vida.
Nadie
como ella
para
desandar las
mil
vicisitudes de la existencia
sin
prisas ni miedos.
Es
con ella
-mi
elegida y yo su elegido-
que
tomados de la mano
nos
lanzamos al universo
en
busca de la dicha del otro.
Y
al despertarme en la noche
oyendo a mi lado
su
respiración tranquila,
música
celestial en el silencio,
sé
que este instante
que
vivimos
es
eterno mientras ella exista.